Lassie, mi hermana y yo

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La continuación de una historia donde el protagonista aprovecha los servicios que su perra le presta a él y a su hermana para trazar un plan que le permitirá tener relaciones sexuales por primera vez con ella. Ya les había contado antes cómo inicié mis relaciones con Lassie, mi perra y agradezco a quienes me escribieron hablándome acerca de ese relato que fue tan verídico como el que hoy les voy a contar. En aquella oportunidad cuando me follé por vez primera a Lassie, les dije que mi hermana al llegar a la casa observó que algo salía por la concha de la perra y me preguntó con suspicacia acerca de ello. Por supuesto le contesté que no sabía nada al respecto pero me tracé un plan pues algo en ese momento me dijo que mi hermana no sólo se había dado cuenta de lo sucedido sino que ella casi seguro utilizaba también los servicios de Lassie para obtener satisfacción sexual y de ser así les había descubierto primero que yo. Ofelia, como se llama mi hermana, es dos años mayor que yo en ella he visto cómo se desarrolla cada parte de la mujer pues gracias a mis artimañas me las he arreglado para mirarla desnuda desde que tenía unos 8 años, así que conozco su piel palmo a palmo, tal y como conozco también la de mi mamá y la de cada una de mis tías y primas. Todas ellas han sido protagonistas de muchas de las fantasías que fabrico cuando me voy a masturbar, pero bueno ese puede ser un buen tema para otras historias. Ofelia es más bien gordita con grandes tetas que por su tamaño no son muy paradas pero sí lucen muy sabrosas, sobre todo por esa gran areola rosada que tienen y el pezón que parece un tetero, no sólo por lo largo sino también por lo grueso. Su culo es grande, macizo y levantado y su concha posee un extenso monte de Venus que hace un triángulo perfecto y bien poblado. Varias veces la he visto masturbarse en el baño lo cual hace de una manera muy curiosa como les contaré, por eso sólo una vez he podido ver sus labios y su vagina lo cual sucedió mientras ella la observaba y al espejo para rasurarse un poco pues iba de piscina con unas amigas. Esa vez quedé impactado con aquellos labios menores que debía estar apartando constantemente para poder realizar su operación y que cuando los soltaba caían colgando. Eran inmensos. Tal descubrimiento fue por mucho tiempo mi desvelo, el motivo de mis masturbaciones y folladas a Lassie a quien cada vez con mayor frecuencia le llenaba de leche la concha. Cada día sentía más deseos de volverlos a ver. A veces mientras la miraba masturbarse sentada en el suelo sobre el talón de su pié derecho contra el que frotaba su clítoris, o en el borde de la taza del baño, me masturbaba yo también y me imaginaba aquellos labios que debían estar húmedos y muy rojos sintiendo aquel roce, hasta era capaz de sentir su aroma. La perra se había acostumbrado a mis folladas y me buscaba a donde quiera que estuviera, por debajo de la mesa se ponía a oler mi bulto entre las piernas y muchas veces lograba ponérmelo tieso, se subía en mis piernas y se sentaba sobre la verga mirándome como pidiendo que se la despachara. Nada de esto era ajeno a Ofelia quien me miraba con suspicacia y a veces me hacía algunos comentarios como: - ¿Parece que Lassie te quiere mucho no?, o ¿Qué tanto te busca Lassie entre las piernas? Me tracé un plan, si era cierto lo que estaba pensando debía sorprender a Ofelia haciendo uso de los servicios de Lassie y esto me daría la entrada hacía ella. Desde ese mismo momento me dediqué a seguirla y monitorear cada uno de sus movimientos, pero después de un mes poco había avanzado. Se me ocurrió entonces un día en que mis padres trabajaban y mi hermana no tuvo clases, hacer que salía de la casa escondiéndome en el cuarto de la muchacha que entonces estaba desocupado. Desde allí seguí los movimientos de Ofelia quien demoraba mucho en manifestarse respecto a mis sospechas. Al fin la vi bajar las escaleras y revisar uno a uno cada lugar de la casa sin olvidar el cuarto de la muchacha por lo cual tuve que esconderme de rapidez para no ser sorprendido. Aquello confirmó mis sospechas, claro después de esa revisión y de asegurarse que no había nadie en casa vendría la función. La escuché llamar a Lassie y subir de nuevo las escaleras con dirección a su cuarto. Esperé un poco y salí de mi escondite dirigiéndome al cuarto de Ofelia. Por supuesto la puerta estaba cerrada pero al verificar me di cuenta que no tenía corrido el pasador pero no podía arriesgar nada, no quería fallar después de tanto esperar y era evidente que adentro estaba pasando algo. Salí rápidamente de la casa y me subí con cuidado a la ventana del cuarto para espiar desde afuera. Ni que decirles, casi me caigo con lo que vi, mi hermana estaba desnuda, acostada en la cama con las piernas abiertas y dobladas por las rodillas y Lassie metida entre ellas realizando su trabajo con la lengua, Ofelia se retorcía y se sobaba las tetas las cuales por momento llevaba a la boca para besarlas. No podía verle la concha porque me quedaba de lado pero me estaba imaginando todo lo que pasaba y recordé cómo era esa concha. Sentí un calor como fiebre y me dije que ahora o nunca. Bajé de allí y fui hasta el cuarto, me desvestí junto a la puerta, luego la abrí muy despacio y entré, ella no me vio, estaba muy ensimismada en aquella mamada que Lassie le estaba ofreciendo, mi verga estaba que reventaba y gotas de líquido salían por su punta. La perra fue quien me vio y dejó de mamarle a Ofelia para correr hasta mí, Ofelia gritó: - ¿Qué haces aquí y en esa figura? y tomando la almohada se tapó como pudo el cuerpo. Lassie se había parado en dos patas delante de mí y comenzó a darme lengüetazos en la verga, yo contesté: - Lo mismo que tú, Ofelia asumiendo su postura más digna me dijo: - Sal de aquí o se lo digo a mis padres, respondiéndole yo: - ¿ Qué le vas a decir que te hacías mamar la concha por Lassie cuando yo entré desnudo a tu habitación, no te parece ridículo? Ella pareció darse cuenta de que estaba atrapada entre la espada y la pared y con un tono más calmado me dijo: - ¿Qué quieres?, - Pues a ti, le dije. Aparté a Lassie, me senté en el borde de la cama donde ella permanecía con la almohada cubriéndole el cuerpo y conversamos un rato acerca de nuestras relaciones con muchachas y muchachos, de las aventuras de cada uno y al final de cómo habíamos descubierto los favores de la perra. Mi verga no se había bajado y Lassie no paró ni un segundo de husmear entre mis piernas y las de Ofelia quien a su vez no despegaba los ojos de mi verga, ¿Te gusta? le pregunté, y ella se sonrojó, - Tócala, y tomando una de sus manos la hice que rodeara mi verga con ella. - Deja que te vea yo hermana, hace mucho tiempo que estoy loco por ver esas tetas y esa concha, - Me da pena, ¿Crees que estamos haciendo bien?, - Vamos no te hagas de rogar, y aparté con suavidad la almohada. Ella había estirado sus piernas por lo que sólo se alcanzaba a ver su abundante vello púbico bien delineado en triángulo, - ¿Puedes abrir las piernas? Y obedeció sin necesidad de que tuviera que repetir, recogió las piernas y las abrió como cuando Lassie le estaba mamando, la mano de Ofelia en mi verga, a la cual se aferraba con fuerza y el espectáculo que aquella concha abierta, mojada y muy roja, con aquellos inmensos labios colgando casi hacen que me corriera de una vez pero pude aguantar. Le pregunté: ¿Has follado alguna vez?, - No, fue su respuesta. Me incliné y olí con todos mis pulmones aquella entrepierna sintiendo que mi verga se ponía más tiesa y se agrandaba más. Entonces fue ella quien preguntó: - ¿Qué haces tú con Lassie?, - Ya verás, respondí, hagamos algo. Tomé a Lassie y le empecé a tocar su concha mientras le dije a mi hermana que se fuera preparando para sentarse en mi cara, cuando lo creí oportuno y al ver que la perra ya daba lengüetazos al aire y temblaba nerviosa, la acerqué a mi verga y se la fui metiendo despacio mientras le decía a Ofelia que mirara bien cómo me follaba a la perra, Lassie estaba ansiosa y terminó sentándose de una vez en la verga, entonces le dije a Ofelia que se sentara ella en mi cara poniéndome la concha en la boca. No pude aguantar el chorro de leche cuando vi a mi hermana parada sobre mi cara con las piernas abiertas, agachándose poco a poco para ponerme aquella fabulosa concha en la boca, esos labios me volvían loco, sus tetas colgaban y los pezones querían estallar, no recordaba haber visto antes unos pezones tan grandes como aquellos. Solté leche como creo que nunca en mi vida lo había hecho, pero mi erección no bajó y seguí follándome a la perra mientras que mi boca y mi lengua comenzaban a darle placer a mi hermana, con las manos comencé a pellizcar sus pezones y ella a gemir cada vez con mayor intensidad hasta percibir que se derramaba en mi boca, sus líquidos ahora corrían por mi barbilla y ella se había abandonado al orgasmo de tal manera que casi me ahoga con su concha. Luego de soltar hasta la última gota de jugo se desplomó hacia atrás en la cama y yo le saqué la verga a Lassie para no volverme a correr. Me puse sobre mi hermana en cuatro patas y la besé en la boca comenzando a inspeccionarle todo el cuerpo, sus tetazas, sus pezones los chupé con pasión mientras Lassie se ocupaba de darle lengua de manera alterna a su concha y a mi culo, me gustaba aquello. Mi hermana se estremeció nuevamente y otro orgasmo le sacó más líquidos, bajé a su concha y la contemplé por mucho rato, allí estaban los labios y la vagina que siempre quise ver, ahora la tenía a sólo unos centímetros de mi cara, la olí, la chupé, y el clítoris de Ofelia salió disparado como una flecha de entre los pliegues de la vulva, lo tomé entre mis labios y lo chupé con fuerza, Ofelia tembló de nuevo y otro orgasmo se apoderó de ella, ya sus líquidos salían en menos cantidad pero todavía los sentía pegajosos en mi boca. De repente se incorporó y me dijo: - ¿Quieres que te la chupe?, - Claro, le dije y de una vez se abalanzó sobre ella metiéndola completamente en su boca. Lo hacía tan bien que le pregunté: - ¿Lo has hecho antes?, y su afirmativa respuesta no me tomó de susto, me dijo: - Sí se la mamaba a Felipe, como no podíamos hacer otra cosa. - ¿Y por el culo no lo hacían?, le pregunté, a lo que respondió: - No que va lo intentamos alguna que otra vez pero eso duele mucho. Ya no le pregunté más nada para no distraerla en aquella labor que realizaba tan bien, no tardé mucho en venirme y cuando sentí que el chorro estaba por salir tomé a Ofelia con mis manos por la nuca y no dejé que se despegara de mi verga vaciando todo el contenido en su boca. No le gustó aquello y protestó mucho, una parte la escupió al piso y la otra cayó en la sábana . Está de más decir que Lassie se encargó de dejarlo todo limpio. Ofelia se sentó en la cama y tapó de nuevo el cuerpo con la almohada, se veía como arrepentida de lo que habíamos hecho y me preguntó: - ¿Tú crees que hemos hecho bien?, - Claro le respondí, hemos gozado los tres juntos, antes sólo lo hacíamos de dos en dos, ¿No te gustó?, a lo cual me respondió: - Sí, y mucho, es precisamente a eso a lo que le temo, ¿Qué pasará de ahora en adelante?, a lo que le dije: - Pues nada, ¿Qué va a pasar?, y ella me dijo: - Ya tú conoces mis secretos y yo los tuyos, además ambos compartimos a Lassie para que nos de satisfacción ¿Entonces?. Yo recordé que había dejado toda la ropa a la entrada del cuarto y que mis padres ya debían estar por llegar, me levanté de la cama seguido por Lassie que con su mirada me pedía a gritos que le diera más de aquello que ahora colgaba flácido entre mis piernas. ¿Te vas a ir así? ,me dijo Ofelia. Al escucharla me volteé y la vi que empezaba a llorar , me regresé y sentándome junto a ella la besé largamente en la boca, y le dije cuantas palabras encontré para consolarla. Cuando se calmó, le expliqué que la ropa estaba tirada afuera y que debíamos componernos pues nuestros padres estaban por llegar. Ya parado en la puerta y con la ropa en la mano le pregunté: ¿Lo volveremos a hacer?, y ella me respondió, - ¿Quién sabe?. Cerré la puerta y me fui a mi habitación acompañado de Lassie. Ahora mi pensamiento estaba fijo en una sola cosa, follarme a Ofelia. Pero eso es parte de otra historia. Juan
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