Mis primeros cuernos
Un una excursión campestre, nuestro protagonista se excita terriblemente cuando su novia le relata un escarceo con un amigo. Por aquel entonces yo salía con una hermosa y exuberante chica de mi misma edad, 20 tiernos añitos de curvas sin límite, cara preciosa y pelo corto; poco pecho pero divino con pequeños pezones en punta, sin embargo lo que más me apasionaba eran sus caderas y la forma de su culo respingón. Parecía hecha para “acoplarse”, su estomago plano y firme llegaba hasta un pubis precioso y que se hundía hasta su coño. Cuando vesttía mallas
apretadas como aquella primera noche de cuernos hacía que cualquiera hombre al verla de perfil anhelase esa curva preciosa y metida hacia atrás de su pubis y su generoso y prieto culo. A mí me encantaba que la mirasen, pero no sabía hasta qué punto me gustaba que los demás deseasen a mi novia. Esa noche estábamos de acampada varios amigos y conocidos, sumando alrededor de 20 personas entre tiendas de campaña y un antiguo caserón de monte. Era verano y mi chica iba apretada en unas sugerentes mallas y un precioso top bordado que le daba sumado a su cara de niña una mezcla ideal de inocente perversa como a mí más me gustaba, habíamos planeado pasarnos aquel fin de semana metidos en nuestra tienda y follando como locos. Pero ella que parecía tener otros planes sólo quería divertirse estar con sus amigas y con “uno” de mis amigos, un chico que tenía novia y con el cual se llevaba bastante bien. Yo en principio no caí en esto. Esa noche discutimos y yo algo cabezón por mi interés en follar dije que no quería irme con ellos a su paseo nocturno, en parte para castigar sin mi compañía a mi novia por no querer quedarse conmigo. Me fui a mi tienda y me puse a leer, mientras se me pasaba el cabreo. Cabreo que con las horas se convirtió en desasosiego y preocupación. La mayoría de la gente después de cuatro horas ya había vuelto, todos más o menos borrachos pero mi novia y mi amigo no. No quise preguntar porque temía lo peor y me daba vergüenza que alguien pudiera enterarse, me debatí entre la rabia y la frustración, hora y media más tarde
y casi de día ella entró en la tienda, encontrándome despierto.
¿De dónde vienes? le dije, ella estaba bastante despeinada. De estar con Juan, ... hablando. Esa pausa del hablando y su cara de culpabilidad me dieron la certeza de que había ocurrido algo.
¿Así qué te has enrollado con él? Ella se tiró a abrazarme, pero la retiré y se quedó preocupada mirando el suelo.
Yo lleno de rabia le pregunté. ¿Qué, qué has estado haciendo exactamente? en aquel momento no me percate de lo que significaba aquella pregunta realmente y ella en defensa empezo a decir que “Nada, que me quería y que sólo había sido que borrachos y excitados se habían enrrollado”; Yo insistí y acabó confesándome “que habían tenido algo de sexo pero muy poco, que la perdonase, que no volvería a pasar ... “ aquellas palabras combinadas con el deseo frustrado que había sentido por ella toda la noche, hicieron que me empalmase tremendamente. Loco de deseo y sin entender en absoluto lo que me ocurría, insistí en que me contara los detalles. Ella miraba sorprendida mis calzoncillos y empezó a contarme, quizás animada por mi erección ...
Bueno, él siempre me ha gustado, y excitado ... Todo el mundo se fue separando en el camino y nos quedamos casi buscándolo en un recodo del camino cerca de unos bancos y a la oscuridad. Allí empezamos a hablar y hablar y mientras bebíamos se caldeó el ambiente. De repente nos empezamos a enrollar y bueno yo me subí abierta de piernas sobre él, pero vestidos. Lo que pasa es que al llevar yo mallas y él unas bermudas, notaba bien su polla contra mi coño ...
Aquí ella ya estaba terriblemente excitada de ver lo que me ocurría, nuestra confianza al hablar de sexo nos había preparado para aquello, yo me saqué el pene, lo tenía a punto de explotar. Empecé a pajearme mientras le decía ... sigue ...
- Bien pues cerca del final y a punto de correrme como nos cansábamos de tanto frotarnos con la ropa puesta, le bajé los pantalones y le hice una paja ... Llegado este momento Laura, mi novia cogió mi polla entre sus manos y mientras me pajeaba me decía mirándome la cara muy de cerca: - Así ... así le hacía ... y me pajeaba supongo imitando como se lo hizo a él .
- ¿Y tú? Pregunte ¿no te ha hecho nada?
- No, me dijo. Extrañamente me sentí defraudado
- ¿Seguro?
- No, de verdad, te lo contaría Sé que lo hubiese hecho.
Ella seguía frotándome y acabe corriéndome, manchándola de semen. Se tiró a abrazarme y besarme, estuvimos en silencio un rato. Al rato Laura me preguntó si me había cabreado, si iba a dejarla. Le dije pensativo que no. Curiosa después de otro largo silencio me inquirió que por qué me había excitado tanto de saber que estuvo con otro. Le dije respondiéndome también a mí mismo: “Que me había hecho desearla más que nunca y que me excitó mucho”. Ella se excito al oír esto, y en bragas como estaba se puso encima de mi y me apretó su coño contra mi polla, así abrazados comenzamos a hacer el amor, sin quitarle las bragas cosa que nos encantaba, ella me miraba mientras se apartaba la parte baja de las bragas a un lado y en sus ojos veía dos hombres. Él y yo, tremendamente excitado y a punto de llegar al orgasmo empecé a decirle desinhibido por el placer y metiéndosela hasta casi los huevos.
- ¡Quiero que te follen! ¡Quiero que te la metan muchos y me lo cuentes después!
- ¿Me vas a dejar? Me decía encima de mí loca de placer
- Sí, sí, sí.
- Pero yo no quiero que te vayas con otras me dijo asustada - No, sólo tú, sólo tú follarás por ahí. Me conformaré con que siempre me lo cuentes y no te enamores.
Ella loca de placer y triunfo, seguía cabalgándome, no estaba sólo follando conmigo en su cabeza sé que imaginaba cada nueva polla que la iba a ensartar.
- ¿Vas a querer que me la metan a menudo?
- Sí
- ¿Me puedo follar a Juan?
- Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Nos corrimos como locos, nos abrazamos y nos dormimos, yo sólo tenía una cosa en la cabeza. “No se la habían metido, y se la tenían que meter, una y otra vez, se la tenían que clavar hasta el fondo ...” Los miedos surgieron después pero sólo fue el principio de mis consentidos cuernos, ya les iré contando cómo continuó la historia ...
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