Me encanta la verga

Soy una hembra muy caliente y te cuento una más de mis aventuras. Hola. Ya tiene tiempo que no escribo pero les contaré lo que ha pasado últimamente. Para los que no me conocen tengo 18 años cumplidos. El hombre con quien salgo, es casado, empresario y le gusta el sexo bien; me enseña cosa locas pero que le gustarían a cualquiera. Una ocasión, salimos a un hotel y me pidió que pasara por mi mejor amiga. Fuimos a una disco y cuando salimos, estábamos jarrísimas y cachondas. Estando en el hotel, nos empezó a cachondear a las dos, con esas manos que hacen milagros. Cuando estábamos que no podíamos aguantarnos, me dijo: - ¿Te quieres coger a tu amiga?-, yo no sabía cómo, pero me miró y fue al auto. Sacó una gran verga de plástico con arnés. Me la puso, mi amiga cuando la vio no lo podía creer, y dijo: - ¿Cómo crees que me la meteré, está gruesísima y larga?- Él también tiene la verga demasiado gruesa y larga como de 20 o 21. El caso que puso a mi amiga bocarriba, él se colocó cerca de su rostro, y apuntó su mástil a la boca de mi amiga; mientras le daba de mamar, la tomó por los tobillos levantándole las piernas en todo lo alto; así que mientras ella mamaba, me pidió que me la cogiera. Se la fui metiendo poco a poco. Es una sensación cachondísima, sobre todo cuando te estás cogiendo a tu mejor amiga. Cuando le metí la cabeza del pitote, sólo pujó un poco, pues tenía bien metida la verga en la boca. Creo que ni podía gritar… Mi amante me pidió que se la metiera hasta la mitad, sacándola y metiéndola a un mismo ritmo. Mi amiga gemía de placer, en un momento él le acomodó los pies a la altura de la cintura, quedando mi amiga con su trasero bien parado. Me pidió que me detuviera, para que estuviera mejor colocada. - ¡Métesela toda!-, me dijo mi macho. Yo estaba tan húmeda y cachonda que se la metí hasta el fondo, ella no se aguantó y gritó, esta vez con la boca llena de verga. Se podía escuchar como gemía y la muy guarra, se retorcía bien empalada en “mi verga”. Así pasamos gran rato, hasta que él me pidió que me acostara y que ella se montara en mí, en ese momento mi amiga estaba más abierta que nada, y puedo decir que le entraba como cuchillo en mantequilla. Él se acomodó detrás de ella, para metérsela por el ano; un poco nerviosa, ella dijo: - Espera tú también la tienes gruesa, no te pases… No voy a aguantar tanto… -, más tardó ella en decirlo, que la inclinación que le hizo hacer mi amante para dejarla con la cara hundida en el colchón, sometiéndola a su voluntad. Mi amiga se quiso levantar, y sólo consiguió unas buenas nalgadas y no le quedó más remedio que levantar el culo. Cuando le entró la cabezota de la verga, le gritó: - ¡No seas cabrón, me estás partiendo en dos!-, eso me puso mas cachonda. Él empujó más y de un sólo golpe, se la metió toda, hasta que sus huevos pegaron las ricas nalgotas de mi amiga, al fin la tenía toda adentro. Él le pidió que se moviera, al principio no quería, pero poco a poco comenzó a moverse, hasta que adquirió un ritmo sabroso, pues se movía como una víbora, y se le ponían sus ojitos en blanco. Yo estaba muy húmeda. De repente él se detuvo, se fue a lavar su verga y salió nuevamente. Mi amiga y yo estábamos en un gran abrazo, ella me decía: - ¡No sabes lo rico que se siente tener estas dos vergas adentro de ti!... Pero más rico es coger con tu hombre, pues me la mete riquísimo- Mi amante me pidió que le prestara el arnés a mi amiga y lo hice. Me puse como ella había estado, bien empinada y con mis nalgas bien abiertas; de inmediato sentí la verga de mi macho coqueteando con mi boquita, y cuando la vi a escasos centímetros, se la pelé completamente y así me la metí a la boca. Tenía su rica verga en mi boca y apenas me entraba el glande pero como me fascina, me la meto lo más que puedo. Él le preguntó a mi amiga: - ¿Te la quieres coger?-, ella sonrió y dijo: - Bebé, tú ya sabes que se siente mamar y tener una cosota en tu vagina, ahora sabrás que se siente ser enculada por una vergota-, le pedí que no lo hiciera, que la quería primero por delante, pero ella perversamente me empezó a poner gel en mi culito. Se colocó atrás de mí, separó mis nalgas y puso la cabezota de “su verga” en mi trasero. Mi amante le pidió que me lo hiciera despacio, pero creo que ni lo escuchó. Me empezó a meter esa vergota y sentía como poco a poco me abría los pliegues de mi culo. Sentía riquísimo, hasta que entró la cabeza, y por la forma en que se abría y se cerraba mi esfínter, me provocaba un dolor extraño; pero la muy puta, me tenía bien agarrada de las caderas sin darme oportunidad para zafarme. Cuando sentí esa enorme verga entrando y saliendo de mi culo, quise gemir y morder la verga de mi macho, pero sabía que podría echar a perder el momento. Ella me siguió enculando y me devolvió cada nalgada que le propinó mi amante; se recreaba enterrándome toda “su verga” en mi redondo y enorme culo; yo sentía que me partía pero seguía bien empinadota, y ni podía moverme, claro, sin dejar de mamar la verga. Después de un rato de estar soportando las embestidas de mi amiga y de tener estar mamando la verga de mi hombre, él le pidió que me la sacara toda y de un fregadazo me la metiera hasta el fondo. Cuando escuché eso, me saqué la verga que estaba mamando para decirle que de esa manera no, pero cuando estaba empezando hablar, sentí como esa vergota me rajó el culo, me entró hasta el fondo, y discúlpenme por ser tan sincera, pero hasta un pedito me sacó. Me retorcí como gusano en el comal, y un berrido salió de mi boca, fue un tremendo grito, que creo que todos del hotel lo escucharon. La tenía hasta adentro, y hasta sentí como si me saliera la punta por la boca mi amiga estaba bien afianzada a mis nalgas y yo con esa verga hasta adentro; él le pedía que me la sacara hasta la mitad y me la volviera a encajar toda, ella lo hacia como loca, yo sólo gemía y sentía que explotaba. Hasta que al fin, le pidió que me la sacara, se acostara ella bocarriba y yo me sentaría en “su verga”; así lo hicimos. Me empalé nuevamente en la verga plástica, levanté mi grupa y mi amante se colocó atrás de mí, me abrió las pompas y me la dejó ir, ¡toda!... Yo gemía enloquecida, mientras mi amiga hacía movimientos de cadera para hundírmela más, y mi amante me sodomizaba bien y bonito. Sentía como me apretaban en medio, y esas dos vergas chapoteaban en mis agujeros, que sin duda los tenía muy irritados. Terminé tres o cuatro veces, hasta que él se separó, me levantó con una velocidad tremenda, me puso en cuatro y me la metió por mi trasero que ya estaba súper abierto; no tardó mucho en venirse dentro de mi recto. ¡Estuvo genial!