El primo de mi Mamá
El primo de mi Mamá Yo tenía 15 años, mis padres estaban separados y mi mamá nos llevaba periódicamente, a mi y mis hermanos, a visitar parientes los fines de semana, actividad que tanto nos aburría, salvo una y era cuando íbamos a visitar a la tía Teresa, que vivía con su hijo en un sombrío departamento al fondo de una imprenta. Cuando vivía su marido, era el sereno y operario de esa empresa y a su muerte la tía heredó el trabajo de sereno y por eso pudo permanecer en la vivienda.
Para nosotros era un amplio lugar para recorrer y jugar entre las máquinas y otro lugar para jugar era la enorme cama matrimonial de la tía, tenía un alto respaldar y como una especie de techo y además un colchón de resortes muy alto y mullido y en el que uno se hundía al sentarse y nosotros usábamos como cama elástica.
El hijo de la tía tenía 54 años y una particularidad era ciego y parecía como si su ceguera se hubiera transferido a su piel que era oscura, casi gris y opaca, llamaba la atención su color. No era muy alto y con unos kilos de mas, sus manos eran enormes y sus ojos siempre estaban cubiertos por lentes oscuros y se movía con gran habilidad por la casa, no perecía ciego, tenía un total conocimiento del ambiente, lo que le daba una enorme seguridad a sus movimientos. Con nosotros mantenía una relación distante, hablaba poco y cuando lo hacía casi siempre se dirigía a mí.
Como era yo a los 15 años?, en verdad un poco gordito, comía por demás, y para mi vergüenza había acumulado algo de grasa en mis tetillas, lo que le daba forma de pequeños senos de mujer, no había debutado, nunca había estado con una mujer, y por ello maltrataba a mi verga paja tras paja, tratando de calmar mis calenturas y dando rienda suelta a mis fantasías.
Con el primo de mi mamá había una relación rara, como dije hablaba poco, pero siempre notaba que estaba cerca mío y cada vez que pasaba me rozaba con sus manos, entonces podía sentir una piel dura y áspera, una vez me dijo que yo tenía un aroma especial y que a partir de ese olor podía saber donde estaba y que disfrutaba mucho de él.
Ibamos una vez por mes a visitar a la tía y con cada visita notaba que el primo aprovechaba cualquier oportunidad para estar cerca de mí y tocarme, no sé muy bien porqué, pero sus roces comenzaron a erizarme, comencé a necesitar el contacto con la aspereza de su piel, y deliberadamente empecé a colocarme en su camino, más de una vez chocamos y se tomaba de mi como excusa para no caerse y sentí su firmeza al sujetarme, su aliento cerca de mi cuello y más de una vez y como al descuido, sus manos comenzaron a tocar mis nalgas o mi verga, la que a esa altura mantenía totalmente parada.
En una de las visitas pasé delante de la puerta abierta del baño y vi que el primo estaba por orinar y me quedé espiando, cuando abrió la bragueta sacó un pene mucho mas oscuro que su piel y si bien tenía una tamaño normal, me asombró lo grande de su cabeza. Cuando terminó de mear no la guardó, se la comenzó a menear y acariciar, hasta que la tuvo totalmente al palo y la verdad tomó un tamaño espectacular y ya no pude apartar mis ojos de esa herramienta. De pronto el primo giró la cabeza hacia donde yo estaba y sonrió, por supuesto salí corriendo de allí.
En nuestros próximos cruces, manteniendo la precaución de que no nos viera nadie, las manos del primo recorrían mi cuerpo en forma descarada, así sentía sus manos en mi cintura, en mis tetitas y sobre todo en mi culo, pero también sentía su aliento, sus suspiros y sus pequeños comentarios, como que "era su niña", que "me deseaba", que "quería comerme la boca y el culo", lo que me mantenía en una calentura cada vez mayor, mezclada con un creciente miedo, me preguntaba que pasaba conmigo?, nunca había estado con una mujer y ahora ardía por un hombre, pero que clase de hombre?, uno morocho, feo y ciego y que era mucho mayor que yo.
En la última visita, mamá propuso que siendo un día hermoso fuéramos todos a un parque, yo dije que prefería quedarme a leer unas revistas que había traído, entonces todos salieron y por primera vez quedé a solas con el primo.
Me paré cerca de la enorme cama y vi como el primo se dirigía hacia mí, me di cuenta que temblaba de la cabeza a los pies, cuando estuvo a mi lado me tomó fuertemente por las nalgas y me apretó contra su cuerpo, a través de mi pantalón sentía como sus gruesos dedos abrían mis nalgas y se dirigían hacia mi ojete virgen, sentía la enorme cabeza de su verga, dura como el hierro, apretada con vigor contra mi abdomen, estuvo así casi un minuto que me pareció una eternidad y entonces me dijo que a partir de ahora yo "sería su mujer" y que "estaba perdidamente enamorado de mí", yo a todo respondía "si mi amor.
Me sentía mareado y solo deseaba complacerlo, haría todo lo que me pidiera, en verdad lo único que quería era ser su mujer. Entonces acercó sus labios a los míos y sentí su piel áspera, reseca y gris contra la mía y me volví mas loco aún, abrí mi boca y su lengua penetró con desesperación, estuvimos besándonos cerca de 5 minutos, de pronto me apartó y me sentó en la cama y con una rapidez asombrosa quedó desnudo frente a mí y pude ver su poronga en todo su esplendor y esa enorme capullo brillando en la penumbra del cuarto y me dijo "cometela putita" y tomando mi cabeza con ambas manos me atrajo hacia él, abrí mi boca para, por primera vez, comerme una verga y en este caso comenzaría por comerme esa enorme cabezota, era mi primera pija y la sensación inicial fue de asco, pero a medida que recorría con mi lengua el aparato o me lo metía hasta la garganta (instintivamente iba aprendiendo con rapidez) comenzaba a sentir el infinito placer de chupar una buena pija y me di cuenta de que era incomparable, que ya no podría dejar de chupar y chupar y comencé un curso acelerado de experto mamador, en el que hoy me he convertido.
Pero volvamos a la acción, en la medida que chupaba y chupaba el primo pasó de los gemidos a los gritos y de golpe sentí una contracción en todo su cuerpo y comenzó a desagotar un río de leche caliente, que hacía todo lo posible por tragarme pero no daba abasto y parte de ella salía hacia fuera y llegaba hasta mis tetillas, de pronto me tomó por lo hombros, me levantó y comenzamos a besarnos locamente, pasándonos con las lenguas su semen de una boca a la otra.
Por precaución nos lavamos, nos cambiamos y nos quedamos abrazados, acariciándonos y abrazándonos hasta que sentimos la llegada de la familia.
Se preguntan si hubo más que eso? Por supuesto que si pero será parte de otro relato.
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